20 de abril de 2011

Marc Chagall, el píntor que llego del frío

De entre todos los pintores que me gustan Chagall está entre los tres primeros sin duda. Sus cuadros siempre me han fascianado por su combinación de colores, de formas, de temas y el modo tan personal y surrealista de retratarlos.


Marc Chgall era rancés de origen ruso y es muy conocido por su inventiva surrealista. Se le reconoce como uno de los pintores y artistas gráficos más relevantes del siglo XX. Su trabajo está impregnado de un humor y una fantasía que encuentran su resonancia en el subconsciente. Las personales y singulares imágenes de Chagall están a menudo imbuidas de una exquisita inspiración poética. Chagall nació en el seno de una familia judía el 7 de julio de 1887, en la ciudad rusa de Vitebsk (actualmente en Bielorrusia), y recibió instrucción artística en San Petersburgo y, desde 1910, en París, donde permaneció hasta 1914. 


El uso singular del color y la forma en Chagall deriva en parte del expresionismo ruso y recibió una influencia decisiva del cubismo francés. Su pintura es la encarnación de una memoria que funde los recuerdos personales con la imaginería del folclore popular ruso y constituye una unidad indisoluble entre realidad y fantasía, entre la lógica simbólica y la irracionalidad del subconsciente.



Las referencias al mundo campesino en el que pasó su infancia -las casas aldeanas, la ordeñadora, la pareja de labriegos- así como el motivo vegetal en primer término, son algunas de las imágenes que con mayor constancia repitió a lo largo de toda su obra. Todas ellas tienen como referente común el mundo de su niñez y Chagall hace uso de ellas encastándolas con la arbitrariedad del ensueño y la nostalgia. 

  
Lo que más me gusta de Chagall es que construye un mundo  a través del cual quiere poner de manifiesto el mensaje secreto de las cosas, pero su mirada está más cerca de la ingenuidad infantil, aunque el mismo creía en la existencia de imágenes fuera de la lógica racional lo aceptaba como algo consustancial a la vida misma, no como producto de un refinado juego intelectual o un viaje a las profundidades del inconsciente, sino como lo que es la realidad de nuestros propios pensamientos.

Aquí os dejo un fragmento de la película Nothing Hill en donde Julia Roberts le habla a Hugh Grant de un cuadro de Chagall.